miércoles, 5 de diciembre de 2012

Entrada 11




Naturalmente, Gómez también se encargó de darle una buena “mordida” al agente del Ministerio Público y al oficial secretario para agilizar los trámites y la liberación de Esperanza, cosa que ocurrió antes del cambio de turno, más o menos a las tres de la mañana.
Poco después de la medianoche, a bordo del Pontiac café, semiautomático, del tío Carlos, llegaron Pera, Toñito y Jerónima también a la bellísima casona de Hamburgo 126, donde en la reja ya los aguardaba Esperanza Salas Gómez de la Torre, “Abue” o “Bú”, como le decían los niños Ruiloba Videgaray y sus restantes nueve nietos (seis de Arnulfo, dos de Ana y uno de Alfredo).
Muy alterado, rojo el rostro por el disgusto, con palabras atropelladas, el bondadoso tío Carlos dijo a la abuela que le entregaba a los niños, que ya el abogado Gómez le había advertido que se excluyera de la suerte de los mismos y que, en definitiva, ya era insoportable sostener cualquier tipo de relación con su hija Esperanza, pues a lo largo de los años ya habían sido muchas y graves las ofensas que él y los Ruiloba, su familia política, habían recibido de dicha señora. Así, con el dolor reflejado en sus rostros, impotentes los tres, sobrinos y tío se besaron, abrazaron y despidieron. Como era su costumbre, la adusta anciana no dijo ni media palabra, se limitó a indicarles a los niños que entraran, así como a la pobre Jerónima, quien por lo avanzado de la hora tuvo que quedarse ahí a dormir, aunque traía las llaves de la casa de Cerrada de Hamburgo número uno.
En la mansión de esa anciana multimillonaria, cuyo largo abarcaba de la Calle de Hamburgo a su paralela Londres, había una construcción de dos pisos para la servidumbre, dos amplísimos jardines (uno tipo inglés y otro estilo jungla), capilla con cúpula y coro, y en la casa principal un vestíbulo con piso  de mármol, un generoso comedor para veinte lugares, dos salas con sus respectivos pianos Steinway y mobiliario estilo Luis XV, cocina, despacho, medio baño en la planta baja y una escalera monumental de mármol, cuya bifurcación iniciaba en el vestíbulo y su reunión desembocaba en un segundo piso semicircular. Este segundo nivel alojaba cuatro grandes habitaciones y dos hermosos baños, el azul y el verde, con pisos y paredes de mármol de Carrara, vestidores y con manijas de oro en sus espaciosas bañeras, regaderas, lavabos y excusados.

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