sábado, 5 de enero de 2013

Entrega 42



-¡Lo que necesita es un trago!, gritó Marge.

-¡No, es tragar!, pontificó Esperanza.

-¡Por eso mismo, es lo que digo, si sólo traga ginebra, lo que necesita es un buen trago de ginebra!, precisó científicamente la anfitriona, al tiempo que Himanen salió disparado a la pequeña y muy bien surtida cantina que los Dunkley tenían en la sala, sacó dos vasos jaiboleros (para no andarse por las ramas) y los llenó hasta el tope de ginebra, así, pura, sin mezclarle nada ni siquiera ponerle hielos. Enseguida se paró frente a  Herta y le acercó uno de los vasos, que instantáneamente Medrano le rechazó, diciéndole que no fuera pendejo.

- Okey, mejor para mí, reaccionó feliz Arni, se empinó el vaso hasta el fondo y entonces sí, muy pausadamente, fue a sentarse a uno de los sillones de la sala, donde Marge y Esperanza seguían discutiendo sobre las necesidades alimentarias de Herta. Tranquilo, el finés empezó a beberse el suyo. Pera y Toñito, intrigados, se habían acercado al sofá donde Toni empezaba a besar a Herta, primero en la frente y luego en la boca, habiéndole, de pasada, dado un rechupete a su nariz. Tras ello, la cargó y enfiló hacia la recámara de Marge, volteando a verla e insinuándole que iba a entrar, lo que ella entendió de inmediato y le gritó “it´s all yours!” (¡es toda tuya!). Esperanza y Marge quedaron cara a cara y muertas de risa al unísono exclamaron, adivinándose el pensamiento, ¡sí, es toda de él!

 

Una vez cerrada la puerta de la recámara, los sonidos que ya se habían vuelto habituales en Cerrada de Hamburgo, las criaturas los comenzaron a escuchar, junto con Arni, su madre y la anfitriona, en ese departamento. La cama rechinaba a más no poder y Medrano parecía locomotora vieja trepando las Cumbres de Maltrata. De Herta, nada…..sólo nada.

Marge cortó el silencio morboso que se había apoderado de la sala y puso a todo volumen el primer long play que encontró a la mano, dándose tiempo para llevarse a los niños al pequeño balcón que le servía de tendedero, pero en el que también, sobre un banquillo de mimbre, estaba la tosca jaula plateada que guardaba cáscaras de frutas diversas, restos de lechuga, un recipiente diminuto con agua y lleno de caca de perico, que no era otro que Pepe, su mascota consentida. A Pepe lo había comprado Marge tres años atrás en Cuernavaca y desternillaba de risa a los hijos de Esperanza, pues sólo sabía decir “¡puto, puto, perico puto!....¡puto, puto, perico puto!....¡puto, puto, perico puto!”

Nils Paulsen interrumpió la audición de Pepe con su llegada a las ocho de la noche. Tras él, los Mulayo, su adherencia Eduardo del Trigal Condé, y Diana y Rupert Young. El cotarro se animó, pues los tragos se distribuyeron de inmediato y la curiosidad, las miradas cómplices y las risas contenidas con las diestras o siniestras sobre las respectivas bocas se desataron cuando todo mundo acabó de enterarse de que en la recámara de Marge el sinvergüenza de Tony Medrano se estaba cogiendo a la pobre Herta para……..¡revivirla!

-Bueno, en Suecia así se le hace, no tiene nada de espectacular, no es extraordinario. El sexo es la fuente de la vida, es la vida, ¡no están descubriendo nada, sólo están haciendo el amor!, ilustró Nils, pegado fatalmente a  su roja nariz de briago consuetudinario.

-Okey, pero que no sea cabrón, porque Herta ni siquiera se dio cuenta, intervino Esperanza.

-¡Es que nunca se da cuenta!, Arni finalmente los aplacó con la autoridad que da la experiencia, hasta que Marge les recordó a todos que ahí también había gente menuda….y todos ubicaron de inmediato con la vista a Pera y Toñito, que no habían perdido detalle de la escaramuza de discusión entre Nils, Esperanza y Arni. El sueco y el finés se salieron un momento al balcón a alegar quién sabe qué sobre quién sabe  qué otra cosa, mientras los niños se fueron a la cocina, donde Joe Mulayo empezaba, entre sorbo y sorbo de su cuba, a preparar el trasterío y los ingredientes para el buffet de antojitos mexicanos, que fue en esta ocasión la disculpa para convocar a una bacanal que ya se adivinaba de órdago.

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