sábado, 16 de febrero de 2013

Entrega 81



Cuando la canoa finalmente enfiló hacia su embarcadero, y ciertos ya de la embriaguez de Esperanza, ambos se dedicaron entonces a dilucidar qué se traía su progenitora con el alemán chaparro y barrigón con lentes de lechuza.
-Es el que va a sustituir a Castañeda, afirmó Pera.
-¡No!, ¿no ves que dijo que no quiere saber nada de los hombres?, la contradijo Toñito.
-¡Cállate, no seas menso!, ¿qué sabes tú de las mujeres?, le replicó Pera.
-La mensa eres tú, ¿qué no ves cómo se la suenan siempre? Y Toñito silenció a su hermana.
Con mil dificultades por la falta de práctica lograron bajarse de la inestable y pequeña embarcación, se quitaron los chalecos salvavidas, los entregaron al despachador junto con el par de  remos y caminaron por el muellecito de madera hasta que entraron al área enjardinada y buscaron la mesa en que deberían estar Blanca y Esperanza. Cuando al fin dieron con ella, corroboraron que Esperanza ya andaba bien “turulata”, con la vista torcida y las muecas que siempre denunciaban su estado etílico.
-Saluden niños. Miren, éste es Martin Hoth, que ya es novio de Blanca. Haciéndose la graciosa, Esperanza presentó y señaló al alemán más alto y más delgado.
-¡No es cierto, nomás somos amigos!, precisó la sifilítica, como si los infantes estuvieran muy interesados y muy preocupados.
-¡Sí es cierto, eres mi novia y te voy a llevar a mi casa, a Bayreuth!, gritó el güero jirafudo, levantando a la endeble Blanquita que no quiso negarse a otro kilométrico beso de lengua del teutón, ya medio borracho.
-Este es Fritz Brack….¡toca el acordeón divino, divino! ¡Y vamos a ir a comer a su restaurant en México!, ¡ya nos invitó!, ¿verdad Fritz?
-¡Sí, sí!..., sólo acertó a contestarle a Esperanza este simpático alemán, quien simultáneamente se soltó ejecutando una melodía de Cri-Cri para Pera y Toñito, aunque la primogénita de Antonio Ruiloba ya estaba bastante grandecita para esas cancioncitas que a su hermano le encantaban.
Fritz aún no acababa de tocar los últimos acordes de “La Patita”, cuando Esperanza se acercó al rechoncho, lo tomó de un brazo y se los presentó a sus hijos:
-Y él es….bueno, se llama Ignatz, como Ignacio en español, habló Perogrullo por boca de Esperanza.
-Ignatz Krogman, con voz fuerte por sí mismo acabó de nombrarse este hombre de tronco y cara redondos.
-Anden, salúdenlo, le insistió la madre a sus hijos, quienes pusieron las caras más agrias que pudieron encontrar, aunque ni a Ignatz Krogman, a Fritz Brack y mucho menos a Martin Hoth, quien se comía a besos a Blanquita, les importó un bledo. Ya con música alemana, Fritz continuó tocando y reuniendo alrededor de la mesa a más güeros que parecían llegar como abejas a un panal, aplaudiéndolo en los intervalos y cantando a todo pulmón cuando la música se dejaba escuchar de nuevo. Los tarros  de cerveza parecía que los regalaban, pues brotaban como esporas por doquier.
-¡No manita, ni lo pienses, yo manejo, tú andas ya bien cuete! ¿Qué va a pensar el Ignatz si te sigue viendo así?, mejor ya vámonos, y finalmente la amiga convenció a Esperanza de parar ahí la fiesta.
Como a las ocho de la noche fue llegando el Fotingo a Juanacatlán y la beoda y sus hijos tuvieron que quedarse en casa de Blanca, la que, una vez dormida Esperanza, empezó a tratar de lavarles el coco a Pera y Toñito, quienes ahí se llevaron menuda sorpresa:
-Su mami tiene todo el derecho del mundo a rehacer su vida, ha sufrido mucho y ya ustedes vieron que con su papi nomás no se entiende. Este señor Ignatz es muy buena gente y va a ser el hombre ideal para su mami y el nuevo papi de ustedes y es una garantía pues es alemán y son muy trabajadores y emprendedores…es….
-¡¿Esa biznaga con cara de bacinica, nuestro padre!?, ¡¿Estás loca, Blanca!?, ¡primero  muertos!, gritó enfurecida Esperanza Ruiloba Videgaray, secundada por su hermano que amenazó con que se iban a escapar de la casa. La anfitriona ya no supo cómo enmendar su error y les suplicó que no le fueran decir nada a su madre cuando despertara, que ella lo único que había querido era facilitar las cosas, porque los quería mucho y que Esperanza era su mejor amiga desde siempre.

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