Cuando la
canoa finalmente enfiló hacia su embarcadero, y ciertos ya de la embriaguez de
Esperanza, ambos se dedicaron entonces a dilucidar qué se traía su progenitora
con el alemán chaparro y barrigón con lentes de lechuza.
-Es el que
va a sustituir a Castañeda, afirmó Pera.
-¡No!, ¿no
ves que dijo que no quiere saber nada de los hombres?, la contradijo Toñito.
-¡Cállate,
no seas menso!, ¿qué sabes tú de las mujeres?, le replicó Pera.
-La mensa
eres tú, ¿qué no ves cómo se la suenan siempre? Y Toñito silenció a su hermana.
Con mil
dificultades por la falta de práctica lograron bajarse de la inestable y
pequeña embarcación, se quitaron los chalecos salvavidas, los entregaron al
despachador junto con el par de remos y
caminaron por el muellecito de madera hasta que entraron al área enjardinada y
buscaron la mesa en que deberían estar Blanca y Esperanza. Cuando al fin dieron
con ella, corroboraron que Esperanza ya andaba bien “turulata”, con la vista
torcida y las muecas que siempre denunciaban su estado etílico.
-Saluden
niños. Miren, éste es Martin Hoth, que ya es novio de Blanca. Haciéndose la
graciosa, Esperanza presentó y señaló al alemán más alto y más delgado.
-¡No es
cierto, nomás somos amigos!, precisó la sifilítica, como si los infantes
estuvieran muy interesados y muy preocupados.
-¡Sí es
cierto, eres mi novia y te voy a llevar a mi casa, a Bayreuth!, gritó el güero
jirafudo, levantando a la endeble Blanquita que no quiso negarse a otro
kilométrico beso de lengua del teutón, ya medio borracho.
-Este es
Fritz Brack….¡toca el acordeón divino, divino! ¡Y vamos a ir a comer a su
restaurant en México!, ¡ya nos invitó!, ¿verdad Fritz?
-¡Sí,
sí!..., sólo acertó a contestarle a Esperanza este simpático alemán, quien
simultáneamente se soltó ejecutando una melodía de Cri-Cri para Pera y Toñito,
aunque la primogénita de Antonio Ruiloba ya estaba bastante grandecita para
esas cancioncitas que a su hermano le encantaban.
Fritz aún no
acababa de tocar los últimos acordes de “La Patita”, cuando Esperanza se acercó
al rechoncho, lo tomó de un brazo y se los presentó a sus hijos:
-Y él
es….bueno, se llama Ignatz, como Ignacio en español, habló Perogrullo por boca
de Esperanza.
-Ignatz
Krogman, con voz fuerte por sí mismo acabó de nombrarse este hombre de tronco y
cara redondos.
-Anden,
salúdenlo, le insistió la madre a sus hijos, quienes pusieron las caras más
agrias que pudieron encontrar, aunque ni a Ignatz Krogman, a Fritz Brack y
mucho menos a Martin Hoth, quien se comía a besos a Blanquita, les importó un
bledo. Ya con música alemana, Fritz continuó tocando y reuniendo alrededor de
la mesa a más güeros que parecían llegar como abejas a un panal, aplaudiéndolo
en los intervalos y cantando a todo pulmón cuando la música se dejaba escuchar
de nuevo. Los tarros de cerveza parecía
que los regalaban, pues brotaban como esporas por doquier.
-¡No manita,
ni lo pienses, yo manejo, tú andas ya bien cuete! ¿Qué va a pensar el Ignatz si
te sigue viendo así?, mejor ya vámonos, y finalmente la amiga convenció a
Esperanza de parar ahí la fiesta.
Como a las
ocho de la noche fue llegando el Fotingo a Juanacatlán y la beoda y sus hijos
tuvieron que quedarse en casa de Blanca, la que, una vez dormida Esperanza,
empezó a tratar de lavarles el coco a Pera y Toñito, quienes ahí se llevaron
menuda sorpresa:
-Su mami
tiene todo el derecho del mundo a rehacer su vida, ha sufrido mucho y ya
ustedes vieron que con su papi nomás no se entiende. Este señor Ignatz es muy
buena gente y va a ser el hombre ideal para su mami y el nuevo papi de ustedes
y es una garantía pues es alemán y son muy trabajadores y emprendedores…es….
-¡¿Esa
biznaga con cara de bacinica, nuestro padre!?, ¡¿Estás loca, Blanca!?,
¡primero muertos!, gritó enfurecida
Esperanza Ruiloba Videgaray, secundada por su hermano que amenazó con que se
iban a escapar de la casa. La anfitriona ya no supo cómo enmendar su error y
les suplicó que no le fueran decir nada a su madre cuando despertara, que ella
lo único que había querido era facilitar las cosas, porque los quería mucho y
que Esperanza era su mejor amiga desde siempre.
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