Ello significó un golpe
dolorosísimo, no sólo moral, sino también a la honra y a la reputación de la
familia Ruiloba. Siendo una de esas familias ricas católicas, que era aceptada
y reconocida como de la “alta sociedad”, como de la “gente decente”, le
resultaba verdaderamente infamante lo que en los periódicos se llegó a
publicar:
“AL
DESCUBRIRSE EL CADÁVER DEL ING. ANTONIO RUILOBA
SE ABRIÓ LA INCÓGINTA: ¿CRIMEN O MUERTE
ACCIDENTAL?
“En todo el
departamento “D” de la casa número 43 de la calle de Newton había sangre del
muerto.- El cuerpo presenta escoriaciones.- ¿Llegó gravemente herido o allí lo
remataron?- ¿Es un crimen o muerte por accidente o por enfermedad?-
“En forma
por demás misteriosa y que hace suponer se trata de un negro crimen, murió el
ingeniero Antonio Ruiloba González Misa, de 44 años de edad, cuando estaba en
el interior de su casa en la calle de Newton número 43, departamento ‘D’.
“El cuerpo
presenta sangre en la cara y también hay mucha de ella en distintos lugares de
la casa donde ocurrió el deceso, lo que hace pensar en un crimen, por más que
se asegura que el ahora extinto sufría de ataques epilépticos y esto bien pudo
hacer que se golpeara contra la pared o algún mueble, y que ya gravemente
herido llegara hasta su alcoba para tenderse
en la cama donde encontró la muerte.
“Fue hasta
pasadas algunas horas después de ocurrida la muerte del profesional, que se
descubrió su cadáver, dándose aviso de ello a la Novena Delegación del
Ministerio Público cuyo personal se encargó de recoger el cuerpo para
trasladarlo al Hospital Juárez para los efectos de la necropsia. Desde luego
agentes de la Policía Judicial del Distrito y del Servicio Secreto han iniciado
las investigaciones de rigor para descubrir la verdad de lo ocurrido,
esperándose que los médicos legistas digan la causa exacta del fallecimiento.
“AVISO A LA
DELEGACION
“El doctor y
general Héctor Salas Manjarrez comunicó a la Novena Delegación del Ministerio
Público que en el interior de la casa número 43, departamento ‘D’, de la calle
de Newton, en la colonia Chapultepec Polanco, estaba un hombre sin vida, por lo
que urgía la presencia de las autoridades en dicho lugar.
“Las
autoridades de guardia en la Agencia del Ministerio Público, acompañadas del
médico de la Cruz Verde y de los expertos en criminalística de la Procuraduría
del Distrito, se trasladaron a la casa antes mencionada a efecto de iniciar las
averiguaciones. El departamento donde ocurrió el hecho consta de cinco
habitaciones y en una de ellas, destinada a recámara, fue encontrado, boca
abajo, el cadáver del ingeniero Antonio Ruiloba González Misa.
“La almohada
sobre la que recargaba la cabeza el ahora extinto, estaba manchada con sangre.
La sábana estaba igualmente manchada, lo mismo que una toalla que estaba sobre
las ropas de la cama. Al lado derecho de la cama, sobre un buró, las
autoridades encontraron una copa que contenía residuos de una sustancia
desconocida y un frasco pequeño con otra sustancia de color claro y un frasco a
medio llenar con pastillas llamadas ‘Epamin’.
“Dentro de
un cajón del mismo buró había una camisa blanca con un coágulo de sangre. El
pantalón que tenía colocado el ahora extinto estaba manchado, asimismo, con
sangre, y en sus bolsillos se encontraban los siguientes documentos: una
libreta bancaria de depósito con cargo al Banco de la Propiedad, que ampara la
cantidad de nueve mil doscientos pesos depositada el día 7 del corriente mes; un talonario de
cheques, el primero con la anotación de nulo y los siguientes con diversas
cantidades; una tarjeta de circulación que ampara el automóvil Mercury placas
de circulación 83-790, modelo 51, propiedad de Alfredo Videgaray Salas, con
domicilio en la calle de Humboldt 30.
“Una vez
examinados estos documentos, los expertos encontraron en la puerta que da a la
calle, manchas de sangre a la altura de la chapa; en el pasillo que conduce de
la recámara a la sala-comedor había unas gotas de sangre en el suelo y en el
baño, así como en el lavabo. El médico de la Cruz Verde dijo que el cadáver
tenía rigidez y presentaba sangre en la boca, la nariz y en los oídos,
apreciándose una herida contusa en la región superciliar derecha, escoriaciones
en diversas partes del cuerpo y equimosis óculopalperal derecha. Como no se
podía saber de momento la causa de la muerte, se procedió a trasladar el
cadáver al Hospital Juárez para su necropsia.
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