lunes, 11 de marzo de 2013

Entrega 104



  
Con sus guantes de cuero negro puestos, la tía Lupe pasaba entre los dedos índice y pulgar de su diestra las cuentas  de un hermoso rosario sevillano, mientras que con la mano izquierda sostenía un delicado pañuelo bordado que lo mismo recogía sus lágrimas que las incansables mucosidades que resbalaban de su nariz. Así, durante las dos horas que permanecieron dentro del templo. Los siete sobrinos y el propio Carlos estaban ya desesperados, cansados. La mujer, verdaderamente, se sabía más oraciones que el propio Pío XII y a destajo las rezaba.
-Vámonos, mi hijita, ya es muy tarde, el considerado marido le rogaba.
-Sí, güerito, mejor en la tarde termino mis oraciones, ya sin presiones de los niños que ya se ven inquietos, accedió la frondosa tía.
Al salir de la oscuridad de la iglesia el golpe de la luz solar los cegó por segundos, pero no tardaron divisar una hilera de seis o siete puestecillos con las famosas “gorditas” de la Villa, así como de “magdalenas”. La tía se olvidó instantáneamente de todas sus aflicciones y dio rienda suelta a su glotonería. Las marchantas, en ese momento, al parecer sacaron la venta del resto del día, porque los nueve se despacharon allí mismo con la cuchara grande y se llevaron reservas como para una semana entera. El viaje rumbo a Atlanta 188 resultó, entonces, al menos, dulce.
Los hijos de Juan comieron como pelones de hospicio, pero Toñito y Pera fueron más recatados. Todavía no podían “soltarse” por completo. A las seis de la tarde el padre recogió a sus cinco vástagos y de manera muy formal y seca saludó, sin besarlos, a los hijos de su hermano muerto. Unos diez minutos después entraron a la casa Carmen Ruiloba y Salim Slim, quienes abrazaron y besaron cariñosamente a Pera y Toñito.
Podría decirse que Carmen era la liberal, la rebelde de los Ruiloba. Chocaba con ellos. Tenía unos hermosos ojos azules y Slim no sólo la había reeducado y cultivado un poquito, sino además la dominaba por completo. Se pasaba de la raya a veces. Parecían una pareja formada por un jeque y una esclava.
Precisamente por su liberalidad, su rebeldía, en ocasiones Carmen expresaba unos comentarios torpes que herían a la gente. Sin más ni más, de esta suerte les soltó lo siguiente a sus sobrinitos recién redescubiertos, ante la molestia que no pudieron ocultar ni Carlos, ni Lupe e inclusive ni el propio Slim, pero sobre todo Pera y Toñito:
-Fíjense niños que desde el 20 de junio pudieron haber venido ya seguido con sus titos, no hasta cuatro meses o más después. Por las necedades de su tía Lupita que le insistió a Dios que le mandara una señal de que el pobrecito de nuestro hermano Antonio se había salvado y no condenado, hasta ahorita es que nos volvemos a ver. Pues la señal de que se salvó del fuego eterno su papacito es que Carlos por poco se muere por la oclusión intestinal y el infarto, ¿no creen? No, si a Dios nunca hay que presionarlo.

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